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Naturaleza y COVID-19

El Covid-19 nos pegó fuerte en lo alto de nuestra soberbia. Nos ha demostrado que, aunque interferimos en todos y cada uno de los procesos naturales como nunca antes, a la vez no tenemos verdadero control efectivo sobre ninguno. Da que pensar, desde luego.

Nos despertamos un día y nos dimos cuenta de que toda la enorme maquinaria social, comercial e incluso política está paralizada ante la irrupción de una de nuestras más viejas enemigas y horribles compañeras de viaje: una enfermedad.

Los seres humanos estamos interfiriendo en todos y cada uno de los procesos que antes podíamos considerar naturales. Hoy día, un contagio accidental en un mercado chino puede expandirse hasta convertirse en un desafío sanitario internacional. Lo global es, de manera irrefutable, sinónimo de simultáneo. La humanidad está universalmente unificada en una experiencia común.

La población humana ha crecido tanto que ahora llega a lugares a los que antes no accedía. Los animales salvajes desarrollan patógenos cada vez más fuertes por la contaminación de sus hábitats, que a ellos pueden no afectarles pero que pueden tener consecuencias graves en el ser humano.

Cuando estas enfermedades llegan a nuestro entorno urbano, las posibilidades de contagio aumentan porque estamos más expuestos al permanecer los virus más tiempo en el aire a causa de la contaminación.

Cosas positivas:

Con el Covid ha quedado demostrado que, si la dejamos, la naturaleza es capaz de recuperarse. La vida se ha multiplicado bajo el mar de forma sorprendente. Sin el impacto del hombre, hay más vida.

Los gobiernos pueden cambiar grandes cosas en un corto espacio de tiempo. Hemos aprendido que, cuando queremos, podemos.

Es muy probable que las fronteras van a estar más controladas.

Tras el tiempo de confinamiento, y al comprobar los cambios que se han producido en diferentes entornos naturales, la gente se ha dado cuenta de que tenemos a los animales oprimidos y de que un cambio es posible.

Propuestas internacionales para un futuro inmediato:

Retirarnos de grandes áreas del planeta reduciendo sustancialmente la presión humana que facilita los procesos de zoonosis.

La apuesta por las energías 100% renovables, la limitación del consumo de plásticos de un solo uso y la promoción de una movilidad más sostenible.

La inmediata puesta en marcha de la cultura de la reutilización.

“El coronavirus quizá sea una primera señal indiscutible de que el daño ambiental causado por los humanos puede poner en riesgo a la humanidad en un lapso asombrosamente breve”

Profesor Andrew Cunningham, Sociedad Zoológica de Londres