Hoy hablaremos de un precioso valle recorrido por un río que le da nombre. El Valle del Jerte.
Este río nace en las cercanías de Tornavacas, a 2400 metros, discurre por todo el valle, atraviesa Plasencia y desembocará en el río Alagón, tributario más allá del majestuoso Tajo. Desde su nacimiento en la cabecera vallense,va recogiendo las corrientes que le aportan gargantas importantes como San Martín, Becedas, Papúos, Los Infiernos, Buitres, Honduras, Puria, Bonal, etc… En días de lluvia intensa, son muy habituales las rápidas crecidas.
El río Jerte le debe su nombre a la palabra árabe Xerit que significa «río angosto» o «río cristalino», y de ahí sus gentes, conocidos como jerteños, aunque también vallenses, o vallejerteños.
Once pueblos conforman esta encantadora comarca de 37.300 hectáreas, de unos 13.000 habitantes: Tornavacas, Jerte, Cabezuela del Valle, Navaconcejo, Valdastillas, Piornal, Cabrero, Barrado, Casas del Castañar, Rebollar y El Torno. Históricamente. se conocen asentamientos de los Vetones aprovechando los recursos naturales de la zona. Los romanos construyeron vías de comunicación de las que quedan algunos vestigios, así como monedas, lápidas y estelas. Del mundo árabe apenas quedan señales, excepto el nombre del río. La Reconquista va a marcar de alguna manera, el nacimiento de las actuales poblaciones. Con la fundación de Plasencia por Alfonso VIII en 1186 la cuenca del Jerte fue rápidamente poblada. Hay que destacar la aportación de la población hebrea, en pueblos como Cabezuela del Valle, cuya aljama fue de las más notables de la zona.
La actividad productiva principal de los jerteños es el cultivo del cerezo y la comercialización de la afamada denominación de origen “Cereza del Jerte” en los mercados de España y a nivel internacional. Es la principal fuente económica del Valle. La producción de cerezas es muy grande y de una calidad extraordinaria. La Picota del Jerte es un cultivo autóctono del Valle del Jerte. Sólo se producen en esta zona, en la que el cultivo del cerezo comenzó a generalizarse a partir del siglo XVIII, aunque se tienen referencias muy anteriores, concretamente del siglo XIV, cuando un Rey de Navarra que se dirigía a Sevilla, se detuvo en Cabezuela del Valle probó y elogió las truchas y las cerezas de esta tierra.
Parece ser que fue una plaga del castaño, anteriormente el árbol con más tradición en el Valle del Jerte, la que provocó el afianzamiento del cerezo como recurso principal. Sin embargo, la leyenda popular nos habla de la llegada a estas tierras de un poderoso caballero ruso a la comarca.
Cuenta la leyenda que este caballero buscó refugio y descanso en el Valle del Jerte y que, para que su esposa no añorase las nieves de su tierra, decidió simularlas una vez al año a través de las flores del cerezo. De esta manera, durante unos diez días al año, entre finales de marzo y principios de abril, miles de cerezos tiñen de blanco el Valle del Jerte durante la Floración del Cerezo.
La vista del Valle del Jerte desde distintos miradores y alturas siempre es una grata experiencia. Si a esas vistas le añadimos más de un millón y medio de cerezos en flor lo convertiremos en una vivencia inolvidable
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